La comunidad científica está de luto desde que el pasado sábado se produjese la muerte de una de las más importantes matemáticas de nuestro tiempo, Maryam Mirzakhani, que fue galardonada en 2014 con la Medalla Fields por su trayectoria, destacando la academia especialmente “sus importantes aportaciones en el estudio de los espacios de Móduli de las superficies de Riemann”. La doctora Mirzakhani se convirtió así en la primera mujer en recibir este premio, considerado el equivalente del Nobel en su campo.
Mirzakhani fue también la primera mujer iraní en formar parte de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, de la cual fue miembro desde 2016 hasta su reciente fallecimiento, a la temprana edad de 40 años, debido a un cáncer de mama que le había sido diagnosticado hace 4 años.
Su trayectoria fue fulgurante y prometedora desde sus comienzos, ayudando a romper las barreras en un mundo que había sido tradicionalmente de hombres. En 1997 fue la primera mujer en el equipo iraní que competía en las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas, ganando una medalla de oro. No contenta con ello, repitió cita al año siguiente, consiguiendo dos medallas de oro en esta ocasión y convirtiéndose en la máxima puntuación del encuentro.
Dos años más tarde completó su licenciatura en matemáticas por la Universidad de Sharif (Teherán), marchándose a los Estados Unidos de América y realizando sus estudios de doctorado en la Universidad de Harvard. En 2004, en su tesis doctoral, Mirzakhani presentó una fórmula para estimar cómo crece el número de geodésicas simples en una superficie hiperbólica en función de su longitud (Maryam Mirzakhani, “Growth of the number of simple closed geodesics on hyperbolic surfaces,” Annals of Mathematics). En esta tesis doctoral también obtuvo una nueva demostración de una conjetura del físico Edward Witten sobre el espacio de moduli.
Esto la marcó por siempre como una pionera, tanto en su campo científico como en la inclusión de la mujer en las áreas científicas. Sus estudios han servido y servirán sin duda para futuros progresos en el campo de las matemáticas y de la física. Llegó a ocupar un importante puesto como catedrática de matemáticas en la Universidad de Stanford, lugar en el que trabajó hasta que su enfermedad ganó la batalla.
Sin duda es una pérdida para toda la sociedad, dado que se trataba de una mujer de indudable capacidad y talento. Sin embargo, su trabajo prevalecerá y su ejemplo servirá como referente para tantas otras mujeres a las que pueda interesarle el estudio de cualquiera de las ramas científicas. De esta forma, queremos rendir homenaje a esta gran persona, y recordar sus éxitos y logros.
Por ello, no queremos despedirla sin rememorar una de sus citas más celebres e inspiradoras:
“La belleza de las matemáticas sólo se muestra a los seguidores más pacientes.”