Cada 135 años, el cometa 109P/Swift-Tuttle completa una órbita en torno al Sol. En su larga marcha, esta roca de 26 kilómetros de diámetro deja restos de polvo espacial tras de si, que quedan flotando a la deriva en su trayectoria por el sistema solar. A mediados del mes de Agosto nuestro planeta azul favorito atraviesa esta trayectoria, interceptando la estela que el viajero desprende a su paso. Estos restos se aceleran bajo la fuerza gravitatoria de la Tierra, descomponiéndose en las partes superiores de su atmósfera y mostrándonos una de las lluvias de estrellas más activas que conocemos: las Perseidas.
Sin duda, el movimiento de los astros celestes es uno de los temas que más ha cautivado a la humanidad en toda su historia. Han existido multitud de mitos, leyendas y religiones que empleaban estos movimientos para diferentes actos de culto o adivinación. También han servido de inspiración para todas las artes, dada su belleza innegable, más aún cuando estos pueden verse a simple vista, como es el caso que nos ocupa.
El registro más antiguo que se conserva de las Perseidas data del año 36 D.C., cuando los anales chinos comienzan a destacar un pico de actividad de meteoritos en torno a las fechas donde sabemos que se produce esta conocida lluvia de estrellas. Este periodo anual en el que se pueden observar se extiende desde el 16 de Julio al 24 de Agosto, aunque su máximo esplendor se da entre el 11 y el 13 de Agosto, aproximadamente.
En el medievo, esta lluvia de estrellas adquirió el nombre de Lágrimas de San Lorenzo, dado que se producían cada año en las fechas en las cuales fue martirizado el santo homónimo, considerando los cristianos que el cielo lloraba así su muerte. Actualmente son más conocidas como Perseidas, puesto que estos meteoros radian desde la dirección de la constelación de Perseo a una alta velocidad media, 59 kilómetros por segundo.
Si queremos pasar una noche veraniega al aire libre contemplando este fenómeno, los astrónomos recomiendan buscar lugares altos y alejados de los núcleos de población, donde la contaminación lumínica no dificulte su observación. Este año no será el mejor para verlas, pues se espera que el brillo de la Luna menguante pueda invisibilizar una parte del fenómeno, aunque aun así podrían ser visibles hasta 50 estrellas fugaces por hora, una buena marca. ¡Esperamos que disfrutéis de ellas!